Trilogía de las tierras by Jordi Sierra i Fabra

Trilogía de las tierras by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra [Jordi Sierra i Fabra]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Juvenil, Lang:es
publicado: 2014-01-04T06:34:14+00:00


13

Pedirle un flotador aeronáutico a Hansobardeh 1–9 había sido algo importante, casi en el momento de marcharse, al pensar en el enjambre de informadores que seguiría apostado frente a su casa y revoloteando ante las paredes a la espera de que cometiera el error de situarlas en su estado translúcido. Ninguna máquina podía volar por encima del nivel de un edificio, salvo que viviese en él. Gracias al flotador pudo posarse tranquilamente en la superficie de la casa y entrar en ella por el acceso de emergencia. El primero de los dos soles de Tierra 2 no tardaría en declinar y el segundo le acompañaría alrededor de 5 punto 500 horas después. Si terminaba lo que deseaba realizar antes del amanecer, conseguiría volver a salir, mucho más seguro, aprovechando las sombras de la noche.

Su mayor dificultad no era ya la edad, sino su volumen, lo mucho que le costaba moverse. ¿Le había dicho a Hansobardeh que el tiempo no era importante? Bien, en determinadas ocasiones sí lo era. Tomar una decisión podía representar horas, días, semanas, meses…, pero, una vez tomada, su puesta en práctica pasaba a ser algo totalmente distinto. Durante quince años, la Tierra, los datos exactos de su ubicación en el Espacio Exterior, fueron su gran lastre. Ahora estaba a punto de tomar ese peso y arrojarlo fuera de sí mismo.

Otros deberían resolver el enigma final.

Y él se convertiría tan sólo en el catalizador de aquella reacción.

—¿Lo ve, Hal? —habló en voz alta—. Después de todo hicimos bien, ¿no le parece?

Entró en su sala de control. Los visores tridimensionales, sistemas holográficos y conjuntos de máquinas inertes, estáticas, surgieron ante él con su infinita gama de posibilidades. Balhissay se acercó a un gran ordenador central, que gobernaba una batería de computadoras, y ocupó el asiento de soporte plástico situado frente a él. Una vez moldeado bajo su peso y estabilizado a la altura conveniente, ya no se movió. Las manos de Balhissay manipularon entonces el teclado, mucho mayor de lo habitual teniendo en cuenta el tamaño de sus dedos, y en la pantalla del ordenador se estableció la conexión. Antes de seguir, el Dirigente tomó un enlace de transmisión de la máquina y se lo conectó a sí mismo. Activó todos sus canales de recepción y los hizo converger directamente en su memoria. Ahora, cuanto surgiese de la pantalla, emitiese el ordenador o pasase por la batería de computadoras, quedaría registrado en su banco de datos. Evidentemente poseía aquella información, pero no era lo mismo tenerla en microcélulas de memoria que en el centro neurálgico de procesamiento informativo. Nada ni nadie podía penetrar en una microcélula de memoria, y sí, en cambio, en su banco de datos o memoria general.

La pantalla del ordenador le preguntó: «¿Acceso?». Balhissay tecleó la clave: «ZMPQ-7-JSF-395.2, código 5». La pantalla se llenó de blanco y al instante pasó de nuevo a negro. En silencio surgieron en su superficie varias líneas de signos. Balhissay pulsó el mando de voz, y un registro tan agudo como atonal surgió del altavoz adosado a la pantalla.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.